Te invito a que ya mismo comiences a hacer cambios positivos en tu vida. No todos los días se te presenta la sublime oportunidad de conectarte verdaderamente con todo tu Ser: Cuerpo, alma, mente y espíritu. Los beneficios serán vastos e importantes: energía, equilibrio, salud, tranquilidad, orientación interior, amor hacia ti y los demás, verdadera alegría y otras muchas cosas más.
Ante todo, busca un sitio adecuado para la práctica de los ejercicios. Tiene que ser un lugar personal e íntimo -no necesita ser muy grande- donde puedas sentir que estas solo/a y tranquilo/a contigo mismo/a, en lo posible con alguna ventana para que el ambiente esté aireado. Organiza tu vida y fundamentalmente tu mente, para encontrar un espacio de tiempo destinado al trabajo con esta milenaria disciplina. En lo posible todos los días, o al menos tres veces por semana. Es un tiempo que debes considerar sagrado pues ingresarás a un proceso de honda transformación en todos los niveles de tu vida. Si realmente deseas o necesitas cambios hallarás ese tiempo. Las últimas horas de la tarde y las primeras de la mañana son las más adecuadas para la práctica. Lo más importante: La actitud y la energía con la que vas a trabajar. Necesitas, durante este tiempo de labor tan especial, olvidar o por lo menos no pensar en tus tareas cotidianas, en tus problemas y aflicciones, en lo que harás después de la sesión de Yoga, en lo que le pasó a la vecina, en tus deseos o proyectos, y en las tantas otras cosas que puedan estar rondando por tu cabeza. Solo debe haber en tu mente y corazón, una sola cosa: El firme propósito de estar completa y amorosamente en compañía de ti mismo, en la realidad del momento presente. Ten en cuenta que en todo momento me dirigiré a ti, como si fueras un alumno o paciente mío, presente en mis clases habituales de Yoga o en el consultorio.
Gabriel